Fabian Prieto's List: investigación

• Retos de la comunicación a la educación
• Comunicación y nuevos actores sociales
• 
    Cambios en los modos de la representación política
• Los medios en cuanto escenario de conflictos sociales
  
• Cultura tecnológica, mundo audiovisual y sensibilidades jóvenes
• Comunicación, cultura urbana y nuevas identidades
• Desde las ciencias sociales se desconocen la   importancia política y cultural de los procesos y medios de comunicación,   mientras en el espacio académico de los estudios de comunicación hay un   generalizado desconocimiento del espesor social y político de la   comunicación.
• Frente a la   fijeza y rigidez de las identidades tradicionales, los sujetos de esta nueva   generación están dotados de una gran flexibilidad y elasticidad cultural, de   una "plasticidad neuronal" que les permite una camaleónica capacidad de   adaptación a los más diversos contextos y una enorme facilidad para los   "idiomas" de la tecnología
• Desde la   nueva perspectiva investigar el consumo cultural significa indagar "cómo los   grupos compiten por la 'apropiación' del producto social, organizan su   'distinción' como sujetos individuales y colectivos, 'se integran1   intercambiando significados, compartiendo el sentido mediante rituales   cotidianos"
• a medición estadística   introducía trabas en el circuito de arbitrariedades y clientelismos   políticos; y de otro lado -aún tomando sus cifras con cautela-, el rating   venía a hacer visibles los gustos mayoritarios, "populares", esos que ya en   1985 hicieron salir de los horarios triple A las series norteamericanas y   las reemplazaron por las telenovelas nacionales
• En esa investigación,   realizada en Bucaramanga con apoyo del ICFES y la Universidad Industrial de   Santander encontramos confirmados los prejuicios con que la mayoría de los   educadores se acercan a los medios y especialmente a la televisión, esto es   una mezcla de recelo pedagógico y de pesimismo cultural desde los que se   pretende comprender el ver y el gusto de los que, como los niños, gozan   viéndola
• Frente a un mundo de letrados y alfabetos, que fue   el objetivo de la prensa, hegemónica durante años, la aparición de la radio   en los años treinta subvertiría radicalmente no sólo el universo de los   lectores sino las posibilidades de acceso a la información y el   entretenimiento.
• La investigación dejó entonces de ser   un  recurso académico y empezó a ser una necesidad  comercial
• El segundo   aspecto revelador es el grado de concentración de los medios, y ello en un   doble sentido: empresas de comunicación van adquiriendo poco a poco   periódicos y cadenas de radio regionales, además de invertir en editoriales,   empresas de distribución, etc.
• De alguna manera la historia de la investigación de   los medios de comunicación muestra las transiciones entre familia, empresa y   grupo corporativo destacando las influencias de cada uno de estos modelos en   su figuración comunicativa y en su actuación política
• En los años noventa el foco de los estudios es doble, de un lado el proceso   de industrialización de los medios, pero no sólo en su dimensión económica   sino en la reconfiguración de las relaciones entre lo público y lo privado,   y de otro, los procesos de recepción y consumo
• Si fue   requerida -como ya lo anotamos-, desde las estrategias desarrollistas y los   intentos modernizadores de los años sesenta, será fuertemente impactada por   la apertura de los mercados y el predominio de las lógicas empresariales de   los años ochenta y noventa.
• La exclusión de sectores sociales de la   comunicación y la concentración de la propiedad de los medios son hechos que   influyen en la parcialización de la información, el fortalecimiento de los   mitos informativos, el bloqueo a los procesos de reconocimiento social y la   defensa de una institucionalidad afincada en sus propios intereses a la vez   que legitimadora de acciones violentas especialmente del Estado
• Recogiendo los pocos antecedentes de análisis del tema antes de   los ochenta y las corrientes teóricas que han dominado, se pasa a   diferenciar la acción de los medios según los diversos escenarios en que   actúan para dar cuenta de los modos en que los medios sirven de voceros de   conflictos que no encuentran otro cauce político o se convierten en   propagadores de discursos de exclusión e intolerancia
• La segunda línea, violencia en los medios/violencia de los medios, se   insertará en el panorama investigativo de las ciencias sociales colombianas   que, desde La violencia en Colombia, ha dado una gran importancia a la   indagación sobre las violencias
• Así lo   entendió el CINEP al empujar pioneramente investigaciones sobre los modos   populares de comunicación y de relación con los medios
• Insertos en un trabajo de construcción de   formas de participación popular y de autogestión de soluciones a sus   problemas más vitales, los estudios del CINEP van a converger con el   proyecto de investigación que empezaba a gestarse en la Universidad del   Valle acerca de las relaciones entre "lo popular y lo masivo"
• Diagnósticos de la   radio, observación del quehacer radial, historias de la radio, legislación,   enseñanza y recepción son otras de las líneas de la investigación sobre la   radio que no difieren mucho del perfil general de la investigación en los   otros medios.
• La primera, comunicación y democracia, busca insertar en las   peculiares condiciones políticas de Colombia la preocupación de la UNESCO, y   el debate mundial que ella promueve, sobre el "nuevo orden informativo" que   tendrá su polémica expresión en el famoso Informe MacBride y en el proyecto   latinoamericano de Políticas nacionales de Comunicación, trazado en la   Reunión Gubernamental de Costa Rica (1976).
• Del inventario   realizado por Lalinde entre el 73 y el 94 sobre las tesis de grado, el   interés investigativo se orienta mayoritariamente hacia los estudios del   mensaje a través de análisis de contenido y del discurso que buscan develar   las ideologías subyacentes en el discurso radiofónico.
• Ana María Lalinde constata, por su parte, en un reciente estudio   exploratorio sobre la investigación de la radio en Colombia, que ésta ha   sido "la menos trabajada en los ámbitos académicos y profesionales, a pesar   de ser el medio con mayor arraigo entre la población del país"
• una   economía que vuelve equivalentes las tragedias colectivas y los triunfos   deportivos pues está construido con imágenes que hacen igualmente consumible   su espectáculo; y una telenarración que, al identidicar el lugar donde se   forma la imagen con el lugar en que transcurre "lo real", hace desaparecer,   como ningún otro medio, su propio y complejo trabajo de construcción de la   realidad social.
• A fines de los setenta la investigación crítica   en Colombia recoge la línea que en América Latina inicia la superación de la   concepción puramente ideológica y reproductiva de los medios de   comunicación, para pensar la televisión en cuanto discurso específico y   forma de construcción de la realidad social
• ara comprender el alcance de ese   dominio, especialmente en el caso de la televisión se tematizan héroes,   modelos de vida en ciertos programas "estratégicos" de ese momento como   Plaza Sésamo, Batman o Los picapiedra, descifrando las claves de su   estructura ideológica y los dispositivos de enunciación de sus imágenes.
• El foco de la reflexión y la investigación de comunicación en los años   setenta será la penetración del imperialismo cultural.
• Un equipo de profesionales de las ciencias   sociales se propone por primera vez investigar las condiciones del   surgimiento de la prensa,la radio y la televisión.[6] Si en lo   referente a prensa y radio los resultados fueron pobres, aportaron sin   embargo ciertas contextualizaciones sobre la propiedad de la prensa y el   papel de la radio en algunos acontecimientos nacionales.
• La investigación de procesos de comunicación se inicia en Colombia a finales   de los años cincuenta ligada estratégicamente a la difusión de innovaciones   y tecnologías que agencian instituciones como el Instituto Colombiano   Agropecuario, ICA, el Instituto Colombiano para la Reforma Agraria, INCORA,   Acción Cultural Popular (Radio Sutatenza) y el Fondo de Capacitación   Popular. Con asistencia financiera y metodológica norteamericana, esas   instituciones promueven y realizan investigaciones sobre "Comunicación para   el Desarrollo" orientadas a la modernización del campesinado mediante el uso   intensivo de cartillas y programas de radio, a las que en los años sesenta   se sumarán las investigaciones sobre "Televisión educativa" promovidas, con   idéntica orientación, por los Cuerpos de Paz bajo la dirección del Institute   for Communication Research de la Universidad de Stanford.
• Desde 1963, con el   apoyo financiero de la Agencia para el Desarrollo Internacional, AID, se   impulsa la producción de cursos para televisión y la construcción de una red   de escuelas en las que los maestros darían sus clases alrededor de los   cursos televisados. Colombia será el primer país de América Latina en que el   Institute for Communication Research de Stanford mantendrá en el país un   equipo de investigadores entre 1964 y 1966. Del trabajo se producirán dos   informes: uno que recoge las investigaciones[4] con profesores,   estudiantes, las propuestas de curriculum y de cursos, y otro en que al   evaluar el programa[5] se exonera a los cuerpos de paz y a la AID del   fracaso de la televisión educativa, y se hace responsables de él por   completo a los colombianos. Fiel a las concepciones de la modernización   desarrollista, la conclusión que arroja esa experiencia de investigación   importada no puede ser más sintomática: estos países ni siquiera se dejan   modernizar.
• Con excepción de las   dimensiones económica y legal, los medios de comunicación -la envergadura de   los cambios políticos y culturales que ellos protagonizan-, se hallan aun en   gran medida ausentes de las preocupaciones de los sociólogos, de los   politólogos y los antropólogos, al tiempo que hay una ausencia palpable de   políticas culturales y comunicativas
• La mirada crítica aumentó   sensiblemente la complejidad de lo social, puso un tiempo histórico donde   antes había una mera secuencia de cambios, intersectó estética, política,   ideologías y cultura de una manera que superaba las articulaciones   funcionales. Además aportó un debate denso y profundo al positivismo y la   unidimensionalidad de la vida cotidiana que estaban muy presentes en el   proyecto comunicativo del desarrollismo.
• Hacia fines de los   años sesenta la modernización desarrollista propaga un modelo de sociedad[1]   que convierte a la comunicación en el terreno de punta de la "difusión de   innovaciones" y en el motor de la transformación social: comunicación   identificada con los medios masivos, sus dispositivos tecnológicos, sus   lenguajes y sus saberes propios.
• Un recorrido por los estudios colombianos sobre la industrialización de los   medios demuestra la variación histórica de su configuración como empresas,   sus redefiniciones internas sobre la propiedad y el proyecto corporativo que   orienta sus intervenciones sociales

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• En este articulo se señalan las lineas principales de investigación en el campo de la comunicación en Colombia
  - Fabian Prieto on 2007-10-20

• Positive valuations of present over past were based not only on views of the inevitability of linear progress forward to an improved future, but were also supported by evolutionism and historicism, and later by static functionalist paradigms and theories of modernization
• We may look back on the variety of different positions that were developed in response to the abrupt social transitions experienced during modernity, ranging from wholesale acceptance through gradual adjustment to either melancholy over unchangeable forms of social malaise or arguments for further radical change, but all of these seem flawed in some way or another, and so not available for adoption without considerable change and revision.
• If a dogmatic belief in progress entailed an ardent longing for the future, nostalgia as its paired inversion entailed only an ardent longing for the past. It is, then, as if nostalgia arises only in compensation for a loss of faith in progress, and for what is socially and culturally destroyed in the name of progress.
• Whether through war, revolution or regime change, mass involuntary migration and emigration, or less dramatically through social mobility or social rede-velopment and the dispersion of existing communities built up over time, change and attendant feelings of loss have altered how the past is seen and considered
• Modernity has changed the very conception of loss along with the compensations offered for it, such as nationalism or invented traditions, but loss, lack and longing do not have any singular or absolute condition in modernity. It follows that this is the case with nostalgia, since nostalgia is the composite feeling of loss, lack and longing.
• Rather than dismissing it as a concept, we should perhaps reconfigure it in terms of a distinction between the desire to return to an earlier state or idealized past, and the desire not to return but to recognize aspects of the past as the basis for renewal and satisfaction in the future. Nostalgia can then be seen as not only a search for ontological security in the past, but also as a means of taking one’s bearings for the road ahead in the uncertainties of the present. This opens up a positive dimension in nostal-gia, one associated with desire for engagement with difference, with aspi-ration and critique, and with the identification of ways of living lacking in modernity. Nostalgia can be both melancholic and utopian.
• This involved a shift from spatial dislocation to temporal dislo-cation, and the sense of feeling oneself a stranger in a new period that contrasted negatively with an earlier time in which one felt, or imagined, oneself at home.
• Following this development, nostalgia has been used in many fields of study as a critical tool to interrogate the articulation of the past in the present, and in particular, to investigate sentimentally inflected mediated representations of the past, perhaps most of all where there is an element of commercial exploitation at stake. Deployment of the category in such different academic domains as psychology, history and cultural studies creates difficulties of application and reference within a coherent explana-tory framework.
• Historical acceleration has created a new sense of time, involving what Todd Gitlin has called ’a new velocity of experience, a new vertigo’ (Gitlin, 1980: 233), which is in part associated with the construction and recon-struction of events by the mass media.² Nostalgia is a form of reaction to the velocity and vertigo of modern temporality. It rejects its insistently positive valuation of the temporary and transient. In the face of this valu-ation, a desire to imaginatively return to earlier times is then felt to corre-late with an acute dissatisfaction with the present, and to involve an attempt to recapture a putative continuity and coherence unavailable in the fragmented modern or late modern environment (Smith, 1998; Lowen-thal, 1989: 21).
• Nostalgia may also be seen as seeking a viable alternative to the acceleration of historical time, one that attempts a form of dialogue with the past and recognizes the value of continuities in counterpart to what is fleeting, transitory and contingent.
• in considering the difficulties of developing or relying on a nostalgic relationship to the past, Svetlana Boym suggests that ’nostalgia too easily mates with banality, functioning not through stimulation, but by covering up the pain of loss in order to give a specific form of homesickness and to make homecoming available on request’ (Boym, 2001: 339)
• Postmodernist and post-structuralist accounts of nostalgia successfully problematize the mediated nature of contemporary understandings of the past and the tenuous links they may have with historical realities and historical meanings. They also generally recognize how the articulation of the past in the media is integral to contemporary temporality. It is, however, too easy to see in this relation-ship a narcissistic presentism, or a drastic loss of engagement with histori-cal time. Rather than dismissing media representations of the past in this way, we may derive from them a more complex understanding of relations between time’s traces and historical reconstructions, including the possi-bilities of irony and play in rethinking history and our various relation-ships to it.
• To conceive of nostalgia as the defining feature of an amnesiac culture necessarily entails the degradation of social and cultural memory. Again, this acknowledges only the negative components of nostalgia, confining its identification to such mass cultural tendencies as surface style, stereo-type, kitsch and pastiche. The critique of media nostalgia and retro cultural activations of the past pays close attention to the politics of historical representation, involving questions of relative meaning, perspective and understanding as well as stratified forms of social remem-bering. The problem is its analytical one-sidedness. Here there is more than a passing resemblance to earlier forms of mass cultural criticism where the media audience was homogenized and atomized at one and the same time, so being stripped of active participation in everyday historical consciousness
• On the other hand, in examining how media texts communicate versions of the past, we should avoid the postmod-ernist mistake of bracketing all history with subjectivist relations to it and intertextual representations of it (Hutcheon, 1989: 113–14). This assumes that the past has no referents outside the circulation of textual represen-tations, and that historical understanding is fatally compromised. Concerns over the way in which the past is depicted, or efforts made to ensure that opportunities exist for minority groups to have their experi-ence and past represented, are then irrelevant and unnecessary. What is lost is any sense of what is politically at stake outside the texts themselves.
• This has to be understood in terms of a cultural paradox, for as David Chaney has pointed out, while ’in the onrushing progress of modernity there has been a simultaneous discarding of the past’, nevertheless ’in all sorts of ways mementoes and survivals mark a widespread concern for and sentimental treasuring of the past, of personal, communal and national heritages running through so much of everyday life’ (Chaney, 2002: 152).
• So we need to recognize the various ways in which people are involved in putting the situated past into some form of narrative order for them-selves, or in critically negotiating mediated representations of the past for their relations to collective identities and experiences. In making this point, we don’t mean to suggest that media consumption is always and everywhere characterized by a critical response to forms of historical representation. If one of the preconditions of nostalgia is dissatisfaction with the present, this illuminates one of the ways in which non-critical media representations of the past are legitimated, or at least allowed to pass by uncontested. The rise of the mass media throughout modernity has changed the face of public knowledge. In the contemporary period, negative news and alarmist issues are disseminated with increasing speed and scope within a culture of risk (Beck, 1999).
• Uncertainty and insecurity in present circumstances create fertile ground for a sentimental longing for the past, or for a past fondly recon-structed out of selectively idealized features, and again the media help to fill this ground even as, in other dimensions of their output, they serve to undermine it.
• This is a fairly conventional way of distinguishing between critical historical practice and a sensual, nostalgic longing for the past, but we should be careful not to polarize the two in a fixed scaling of orientations to the past and to historical knowledge. It is not as if the historian is immune to social memory or the force of iconic images, nor is it the case that social memory or symbolic figuration consist entirely of nostalgic appeals to the past. More importantly, nostalgia is not confined to trivi-alized mass representations, or sentimentalized expressions of regret and yearning for times past, as these may be found in historical tourism or advertising culture
• Conventionally, this has produced a hierarchical ranking of accounts in terms of trustworthiness, authenticity and authority, with professional history at the apex and nostalgia at the base, regardless of whether this involves media historical representations or vernacular forms of social remembering. These distinctions have been called into question, and so should perhaps be reconceived as a continuum, ’with history at one end, nostalgia at the other and memory as a bridge or transition between them’
• When that scope is narrow or when, say, past and present are conceived in terms of deterministic causal relations, historical representation can be said to provide little alternative to banal forms of nostalgic longing.
• Although this is not to claim that Samuel provides a compre-hensive account of the distinction between reductive and democratic uses of the past, he does make the problems of nostalgia as a conceptual tool evident through a contrast between popular negotiations of the past and the intellectual presuppositions of the heritage critics. Despite a tendency on his part towards cultural populism over critical engagement, Samuel’s examination of the proliferation of local museums and the amateur historian, archivist and oral history projects, serves to contest the claim of left-wing critics that heritage is ideology through and through, and as such inherently serves the interests of a bourgeois agenda which dimin-ishes or glosses over the democratizing power of popular historical prac-tices.
• We may grant that nostalgia is a way of thinking and feeling rather than being directly produced or constituted by consuming nostalgic media texts, but there are nevertheless cultural arte-facts that facilitate nostalgia as a way of feeling and thinking
• What Davis doesn’t acknowledge is that delimiting memory may result in an inability to contest dominant nationalistic accounts of the past by referring to and drawing on the situated experience of particular groups or generations, whereas what Wright does acknowledge, in his rewarding assessment of historical experience for those ’living in an old country’, is that issues of order and power cannot be divorced from ways of relating to the past in either social memory or historical reconstruction.
• He describes the former as the nostalgia mood and the latter, the nostalgia mode. His notion of the nostalgia mode is reliant on postmodernist notions of the contemporary representational environ-ment. The claim that we inhabit a media landscape characterized by hyper-reality, pastiche and repetition provides a useful perspective on how the media represent the past from a restricted pool of textual repre-sentations, thus highlighting the process by which media representation of the past is often dependent on the use of an iconographic form of communication
• Renato Rosaldo has written of imperialist nostalgia in this respect as ’mourning for what one has destroyed’, so that ’putatively savage societies become a stable reference point for defining (the felicitous progress of) civilised identity’. He adds: ’ "We" (who believe in progress) valorise innovation, and then yearn for more stable worlds, whether these reside in our own past, in other cultures, or in the conflation of the two

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• I tell my students that we really can't understand where media is going without knowing where it's been and there are many clues to understanding the complex cultural grid constructed by modern media by making it strange, by visiting the media systems of other cultures (whether around the world or in our own past.)
• In my earlier discussion of retrofuturism, I talked about the ways that the web was making it possible for fans of vintage media (just like all other kinds of niches) to find each other, for people to assemble and share archives (like the wonderful folks who are making early sound comedy and musical numbers available via YouTube), and which are allowing us to pool our knowledge about past popular culture in one spot (as in the rich entries in Wikipedia on some of these classic media texts.)

• En este post de henry Jenkins, se señala la "remediación" de una colección de archivo radial
  - Fabian Prieto on 2007-11-04