La Esclavitud como medio de producción en la colonización del nuevo mundo. Esto trajo una justificaciones de tipo religioso que perpetuaban la concepción de una salvación religiosa para aquellos que se esclavizaban.
El Pensamiento Social Moderno
En nuestro siglo el vocablo modernidad es empleado también para designar a la nueva fase del capitalismo que se inicia alrededor de la década de los 20 y termina hacia la de los 80. Durante este período se observan múltiples y rápidas transforaciones entre las que podemos señalar:
1. Un desarrollo sin precedentes de la técnica y la ciencia.
2. Una gran capacidad de adaptación del sistema capitalista, con un neocapitalismo que asimila la racionalidad planificadora (postulada por el marxismo) y da prioridad a la organización, a la planeación, a la racionalidad técnica (lo que no quiere decir que se suprima la ley del desarrollo desigual, que subsiste y marca diferencias entre países, regiones, clases y grupos hegemónicos, ricos y desarrollados, y países, regiones, clases, grupos subordinados, pobres y subdesarrollados.
3. La organización y sistematización, tanto de las actividades productivas como de la sociedad en general, son realizadas mediante la intervención del Estado y de los tecnócratas, y en consecuencia el Estado crece, asume nuevas y múltiples funciones, adquiere un papel preeminente y se manifiesta y actúa sobre todos los ámbitos de la realidad social.
4. Todas estas transformaciones operan sobre lo social, incluyendo a la vida cotidiana, que pierde espontaneidad y naturalidad para terminar por ser programada, orgnizada, controlada. Se manipulan las conciencias, se desvía la energía creadora hacia el espectáculo, hacia la visión espectacular del mundo; es decir, se tiende al predomino de la apariencia sobre la realidad. La explotación organizada y programada de la sociedad se lleva a cabo no sólo en el trabajo, sino a través del consumo dirigido y manipulado mediante la publicidad.
Pensamiento Social Ilustrado
Por Mario R. Cancel
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Si nos limitamos a observar, a conocer los hechos generales y las leyes constantes que presenta el desenvolvimiento de estas facultades, en lo que hay de común a los diversos individuos de la especie humana, esta ciencia lleva el nombre de metafísica.
Pero si se considera este mismo desenvolvimiento en sus resultados, relativamente a la masa de los individuos que coexisten al mismo tiempo sobre un espacio dado, y si le seguimos de generación en generación, presenta entonces el cuadro de los progresos del espíritu humano. Este progreso está sometido a las mismas leyes generales que se observan en el desenvolvimiento individual de nuestras facultades, puesto que es el resultado de este desenvolvimiento, considerado al mismo tiempo en un gran número de individuos reunidos en sociedad. Pero los resultados que cada instante presenta dependen del que ofrecen los instantes precedentes e influyen sobre los tiempos venideros.
Marqués de Condorcet (1743-1793)
El hombre nace con la facultad de recibir sensaciones, de apercibir y de distinguir en las que recibe, las sensaciones simples de que están compuestas, de retenerlas, de reconocerlas, de combinarlas, de conservarlas o de evocarlas en su memoria, asociando entre sí estas combinaciones, de apoderarse de lo que tienen de común y de lo que los distingue, de atribuir signos a todos estos objetos, para reconocerlos mejor y facilitar nuevas combinaciones con ellos.
Esta facultad se desenvuelve en él por la acción de las cosas exteriores, es decir, por la presencia de ciertas sensaciones compuestas, cuya constancia, sea en la identidad de su conjunto, sea en las leyes de su cambio, es independiente de él. La ejercita igualmente por la comunicación con sus semejantes; en fin: por medios artificiales, que, después del primer desenvolvimiento de esta misma facultad, han llegado los hombres a inventar.
Las sensaciones van acompañadas de placer y de dolor, y el hombre tiene del mismo modo la facultad de transformar estas impresiones momentáneas en sentimientos durables, dulces o penosos; de experimentar estos sentimientos a la vista o al recuerdo de los placeres o los dolores de los otros seres sensibles. En fin; de esta facultad, unida a la de formar y combinar ideas, nacen entre él y sus semejantes relaciones de interés y de deber, a las cuales la naturaleza misma ha querido atribuir la parte más preciosa de nuestra felicidad y los más dolorosos de nuestros males.
Si nos limitamos a observar, a conocer los hechos generales y las leyes constantes que presenta el desenvolvimiento de estas facultades, en lo que hay de común a los diversos individuos de la especie humana, esta ciencia lleva el nombre de metafísica.
Pero si se considera este mismo desenvolvimiento en sus resultados, relativamente a la masa de los individuos que coexisten al mismo tiempo sobre un espacio dado, y si le seguimos de generación en generación, presenta entonces el cuadro de los progresos del espíritu humano. Este progreso está sometido a las mismas leyes generales que se observan en el desenvolvimiento individual de nuestras facultades, puesto que es el resultado de este desenvolvimiento, considerado al mismo tiempo en un gran número de individuos reunidos en sociedad. Pero los resultados que cada instante presenta dependen del que ofrecen los instantes precedentes e influyen sobre los tiempos venideros.
Este cuadro es, pues, histórico, puesto que, sometido a perpetuar variaciones, se forma por la observación sucesiva de las sociedades humanas en las diferentes épocas que han recorrido. Debe presentar el orden de los cambios, exponer el influjo que ejerce cada instante sobre el que le reemplaza, y mostrar así, en las modificaciones que ha recibido la especie humana, renovándose sin cesar en medio de la inmensidad de los siglos, la marcha que ha seguido y los pasos que ha dado hacia la verdad o la felicidad. Estas observaciones sobre lo que el hombre ha sido y sobre lo que hoy es, conducirán inmediatamente a los medios de asegurar y de acelerar los nuevos progresos que su naturaleza le permite esperar todavía.
Tal es la bella empresa que he emprendido y cuyo resultado será mostrar por el razonamiento y por los hechos que no hay marcado ningún término al perfeccionamiento de las facultades humanas; que la perfectibilidad del hombre es realmente indefinida; que los progresos de esta perfectibilidad, independientes de todo poder que quisiera detenerlos, no tienen ningún otro término que la duración del globo en que nos ha lanzado la naturaleza. Sin duda, estos progresos podrán seguir una marcha más o menos rápida, pero jamás será retrógrada; al menos en tanto que la tierra ocupe el mismo lugar en el sistema del universo y que las leyes generales de este sistema no produzcan sobre este globo un desquiciamiento general, o cambios que no permitan ya a la especie humana conservar y desplegar las mismas facultades o encontrar los mismos recursos…
Se puede incluso observar que, según las leyes generales del desarrollo de nuestras facultades, han debido de nacer ciertos prejuicios en cada época de nuestros progresos, pero para extender mucho más allá su seducción o su imperio. Porque los hombres conservan aún los errores de su infancia, los de su pueblo y los de su siglo mucho tiempo después de reconocer todas, las verdades necesarias para destruirles.
En fin, en todos los países y en todos los tiempos hay prejuicios diferentes según el grado de instrucción de las distintas clases de hombres, así como según sus profesiones. Si los prejuicios de los filósofos estorban a los nuevos progresos de la verdad, los de las clases menos ilustradas retrasan la propagación de las verdades ya conocidas, y los de ciertas profesiones acreditadas o poderosas oponen obstáculos a estas verdades; son tres clases de enemigos que la razón se ve obligada a combatir incesantemente, y de los cuales no triunfa muchas veces más que después de una lucha larga y penosa. La historia de estos combates, la del nacimiento, el triunfo y la caída de los prejuicios ocupará, por tanto, un gran lugar en esta obra y no será la parte menos importante ni la menos útil de ella.
Si existe la ciencia de prever los progresos de la especie humana, de dirigirlos y de acelerarlos, la historia de los que ha realizado debe ser su base principal…
¿Hemos llegado al punto en que no tengamos ya que temer ni nuevos errores ni la vuelta de los antiguos; en que ninguna institución corruptora no pueda ser ya presentada por la hipocresía y adoptada por la ignorancia o por el entusiasmo, y en que ninguna combinación viciosa no pueda hacer ya la desgracia de ninguna gran nación? ¿Será acaso inútil saber cómo han sido engañados los pueblos, corrompidos o sumergidos en la miseria?
Todo nos dice que tocamos la época de una de las grandes revoluciones de la especie humana. ¿Qué nos podía alumbrar mejor sobre lo que debemos esperar de ella; qué es lo que nos puede ofrecer una guía más segura para conducirnos en medio de sus movimientos que el cuadro de las revoluciones que la han precedido y preparado? El estado actual de las luces nos garantiza que será afortunado; pero no será esto sino a condición de que sepamos utilizar todas nuestras fuerzas; y para que la dicha que promete sea comprada a menos precio; para que se extienda con rapidez en un mayor espacio y para que sea más completa en sus efectos, ¿no tenemos necesidad de estudiar en la historia del espíritu humano qué obstáculos nos quedan que temer y qué medios tenemos de salvarlos…?
Tomado de Marqués de Condorcet, Bosquejo de un cuadro Histórico de los progresos del espíritu humano, Tomo I (1921) Madrid. Espasa Calpe. Págs. 15-29, fragmentos.
El Pensamiento Social Liberal
Liberalismo, conservadurismo y utilitarismo
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Recopilación de fuentes y comentarios del curso SOCI 3295 Historia del Pensamiento Social ( enfasis en pensamiento social moderno) con el Prof. Jose Anazagasty y Prof. Mario Cancel
Updated on Jan 09, 16
Created on Sep 07, 13
Category: Schools & Education
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